Se trata del descubrimiento de la deidad barbada de Montserrat, un descubrimiento arqueológico transformador por todo lo que implica. La representación artística más antigua de la divinidad celeste suprema descubierta en el mundo hasta el momento actual. La evidencia del culto a la imagen de un varón barbado en el X milenio a. C. El vestigio arqueológico más objetivo y permanente que existe en Montserrat sobre la visión cosmogónica y cosmológica de la civilización madre, un icono sagrado para la eternidad. La deidad barbada de Montserrat representa el esplendor cultural que Montserrat vivió bajo la influencia de la civilización madre en el X milenio a. C.
Todo suceso en la historia tiene su origen en otro anterior y reproduce otros posteriores. Es así como este modelo original sirvió como ejemplo para ser reproducido en los sucesivos milenios. La deidad barbada de Montserrat es el origen de todos los dioses barbados que surgieron en Europa, África, Asia y América: los dioses fundadores y civilizadores de la Edad Antigua, una misma deidad bajo diferentes nombres. Porque de una forma u otra, todas las religiones del mundo son herederas de esta primera religión: la religión de la civilización madre. Por esta razón, este arquetipo iconográfico persiste insertado en la religión cristiana mediante la poderosa imagen de un varón barbado: la plasmación icónica del dios del cielo.
Deidad barbada de Montserrat. Civilización madre 10.000 BC. Localización: Montserrat. Barcelona (Catalunya). Descubridor: Eliseo López Benito
El estudio multidisciplinar que hemos realizado determina que la escultura de la deidad barbada constituye el elemento principal de un sofisticado marcador astronómico. Durante el Equinoccio de Primavera el santuario se transforma en un auténtico lucernario; el primer rayo de luz penetra rasgando la penumbra del vestíbulo hasta proyectarse en perfecto encaje sobre la efigie de la deidad barbada. Es en este momento cuando simultáneamente la Tierra se divide en dos mitades iguales de luz y de oscuridad, el preciso momento en el que el hemisferio derecho del planeta permanece iluminado por el Sol, y por el contrario, el hemisferio izquierdo desaparece oculto bajo la oscuridad. Desde esta perspectiva la idea de la obra quiere expresar el momento culminante de los equinoccios. El concepto prevalece sobre los aspectos formales de la estética. La civilización madre fue capaz de crear precisos marcadores astronómicos nada menos que 7.000 años antes de que las civilizaciones sumeria o egipcia vieran su luz en la escena de la historia.
El corte sagital de la figura simboliza el momento del año en el que el Sol se sitúa justo en la línea del ecuador terrestre; el momento de los Equinoccios, cuando el Sol divide la Tierra en dos mitades iguales e imaginarias; cuando el día se divide en dos mitades exactas de luz y de oscuridad en todos los lugares del planeta.
Se trata de una representación antropozoomorfa; la mirada frontal de un rostro humano y el cuerpo de un jabalí. El propósito de este arte era el de ser un vehículo de expresión religiosa, por lo que hemos realizado un análisis iconográfico de los símbolos. En la depresión lateral del labio superior muestra un colmillo corto y grueso que identificamos con la amoladera superior de un jabalí macho. El colmillo es un elemento simbólico que sintetiza las virtudes de este animal: fertilidad, fuerza, valor y nobleza, atributos de origen divino. Aspecto que representa la reencarnación terrestre de un dios. En el área del mentón muestra una barba estrecha y perfilada. La barba es un símbolo de divinidad, poder y sabiduría. Se trata de un dios masculino protector de la humanidad; el dios del cielo, la deidad celeste suprema.
Es importante mencionar que en el marco de la religión hinduista el jabalí se considera la reencarnación terrestre del dios Visnú, el salvador del mundo. Por lo que la era actual en la que vivimos se denomina el ciclo del jabalí blanco.
Por todas estas razones, ningún lugar en el mundo sintetiza con mayor claridad y fuerza la existencia de una religión primordial en el X milenio a. C. como la montaña de Montserrat.
Se trata de una representación antropozoomorfa; la mirada frontal de un rostro humano y el cuerpo de un jabalí. El propósito de este arte era el de ser un vehículo de expresión religiosa, por lo que hemos realizado un análisis iconográfico de los símbolos. En la depresión lateral del labio superior muestra un colmillo corto y grueso que identificamos con la amoladera superior de un jabalí macho. El colmillo es un elemento simbólico que sintetiza las virtudes de este animal: fertilidad, fuerza, valor y nobleza, atributos de origen divino. Aspecto que representa la reencarnación terrestre de un dios. En el área del mentón muestra una barba estrecha y perfilada. La barba es un símbolo de divinidad, poder y sabiduría. Se trata de un dios masculino protector de la humanidad; el dios del cielo, la deidad celeste suprema.
Es importante mencionar que en el marco de la religión hinduista el jabalí se considera la reencarnación terrestre del dios Visnú, el salvador del mundo. Por lo que la era actual en la que vivimos se denomina el ciclo del jabalí blanco.
Por todas estas razones, ningún lugar en el mundo sintetiza con mayor claridad y fuerza la existencia de una religión primordial en el X milenio a. C. como la montaña de Montserrat.
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