Este trabajo propone una aproximación a una nueva dimensión arqueológica, el descubrimiento de la primera y más antigua civilización de la historia de la humanidad. Se trata de una civilización avanzada cuya cronología situamos aproximadamente en el décimo milenio antes de nuestra era, un espacio temporal que sincroniza con la extinción de un mundo anterior, el pleistoceno, y el inicio de la época actual.
Es en este momento crítico de caos y confusión, cuando esta civilización irrumpe en la escena de la humanidad para instaurar un nuevo orden mundial. La difusión de una religión primordial vinculada a un modelo de economía productiva de carácter agrícola. Todo un proceso de aprendizaje y asimilación cultural que desencadenará en la revolución neolítica.
Por lo tanto, esta civilización primigenia representa el origen de la religión, las ciencias y las artes; el foco cultural que iluminó a occidente y al mundo entero. Razones por las cuales hemos decidido denominar a esta civilización con el nombre de civilización madre, la madre de todas las civilizaciones.
Esta civilización fue capaz de modificar la superficie terrestre a gran escala mediante una tecnología tan elevada como desconocida. Se trata del fenómeno de las modificaciones artificiales del paisaje, un arte monumental que se rige bajo un aspecto de visualidad simbiótico y orgánico, donde la arquitectura es al entorno como el entorno es a la arquitectura. La civilización moderna ha heredado un mundo de estructuras artificiales que fueron erigidas en el X milenio a, C. La profusión de estos vestigios en el paisaje es incuantificable.
Estas estructuras se interpretan como espacios sagrados o lugares de culto, grandes monumentos de piedra destinados a perdurar en la eternidad, una arquitectura sagrada concebida para rendir homenaje perpetuo al mito de la creación del mundo, la victoria del orden cósmico sobre el caos preexistente, la victoria de la luz sobre la oscuridad. Se trata de un homenaje a través de la reproducción cíclica de fenómenos arqueo-astronómicos: la proyección de luces y sombras sobre un plano especifico, proyecciones lumínicas dotadas de un potente simbolismo arquetípico. Esto indica que las estructuras fueron orientadas en base a precisas consideraciones astronómicas, por lo que sirven de marcadores que señalan con exactitud matemática los momentos en que se producen los solsticios y los equinoccios, todo un signo de la alianza perpetua entre el cielo y la tierra.
La existencia de estos marcadores astronómicos fue de vital importancia en este estadio inicial de la humanidad, ya que permitió identificar el día de la siembra y de la cosecha y de esta forma garantizar una producción sostenible de alimentos. Esto supuso la aparición del calendario agrícola.
La ciencia de la arqueología considera que solo se trata de simples casualidades de la naturaleza, es decir, rocas comunes que carecen de todo interés cultural. Esto indica que la arqueología ha cometido un error histórico sobre la interpretación de estas estructuras, en la medida que esta ciencia ha confundido las obras arquitectónicas de una civilización anterior a la historia escrita por simples creaciones de la naturaleza; aunque suene increíble esta es la realidad.
La ciencia de la arqueología considera que solo se trata de simples casualidades de la naturaleza, es decir, rocas comunes que carecen de todo interés cultural. Esto indica que la arqueología ha cometido un error histórico sobre la interpretación de estas estructuras, en la medida que esta ciencia ha confundido las obras arquitectónicas de una civilización anterior a la historia escrita por simples creaciones de la naturaleza; aunque suene increíble esta es la realidad.
Hemos sido adoctrinados para creer que la civilización moderna es el resultado de una larga evolución biológica y cultural a través del tiempo. La ciencia oficial acepta la creencia de una evolución lineal y gradual de la humanidad. Sin embargo, este trabajo plantea un concepto diametralmente opuesto a la teoría de la evolución. Nuestra civilización actual es el resultado de la involución de una civilización superior.
Este descubrimiento supone un hito en la historia de la arqueología, especialmente porque representa un cambio radical de lo que sabíamos o pensábamos que sabíamos sobre los orígenes de la civilización. El desarrollo cultural de la humanidad no parte de cero, todo se inicia a partir de la civilización Madre. Por lo que creemos que vamos a cerrar una larga etapa de la arqueología, donde han reinado muchas teorías y excavaciones, pero con ningún resultado objetivo sobre los orígenes de la civilización.